Pero lo realmente difícil para Carina, era comer algo antes de que llegase la noche, ya que en la ciudad que vivía, la mayoría de las personas eran pobres y apenas tenían para comer.
Carina era solo una niña mas entre otras muchas, pidiendo limosna, para sobrevivir.
Ella siempre fue una niña muy buena, ayudando a la gente a cambio de nada, ya que la mayoría de las personas pasaban de ella.
Su casa, (si es que se le puede llamar así), eran cuatro cartones apoyados en la esquina, de una calle fría y oscura.
Pero sin un futuro y sin el calor de una familia, Carolina pasaba sus días soñando como seria su vida, si tuviese una familia que la quisiera.
Las noches que tenia que irse a dormir sin comer -eran muy duras, entre lagrimas escondidas en sus ojos y el frió penetrando sus huesos,Carolina contaba los días que faltaban para que acabase el frió invierno y llegase la primavera.
A veces sin que nadie la viera, miraba desde el otro lado de la calle, a las familias a través de las ventanas, pero lo que mas le dolía, era ver a una madre consolando a un niño y dándole todo su cariño.
La pobre Carina se sentía tan sola, que arrastrando sus viejos zapatos, se iba a sus cartones a soñar.
Y soñaba que tenia una mama, que la abrazaba cuando tenia frió, le daba mimos y besos, que tenia ropa calentita y un plato de comida en la mesa.
Era un sueño tan bonito, que pensaba que jamas llegaría el día, en que alguien le tendiera su mano y la llevase a vivir con una familia que la quisiera.
Pero un día la suerte de Carina cambio, ya que una mujer mayor que paseaba por la calle, al ver a Carina saco un pañuelo de su bolsillo y se lo dio para que se limpiase la cara.
Pero Carina se quedo tan asombrada, que no pudo reaccionar en unos segundos y la mujer al ver que aquella niña se sorprendía tanto- le tendió la mano y le dijo: pequeña quieres venir conmigo a vivir a mi casa, ya soy muy mayor y vivo sola, así que si te vienes, tendrás una cama calentita donde dormir y un plato de comida caliente.
Carina dio un salto de alegría y le respondió en seguida (que si), que ella la cuidaría y le haría compañía.
A lo que la mujer respondió- entonces estamos de acuerdo, las dos viviremos juntas y nos cuidaremos la una a la otra.
Carina con lagrimas en los ojos, la abrazo y le dijo: a por cierto me llamo Carina y usted, yo me llamo Manuela y una vez tuve una nieta como tu, pero Dios se la llevo de mi lado y creí que nunca mas la vería, pero al verte a ti, la he visto reflejada en tus ojos.
Y las dos dada de la mano, partieron a una vida mas feliz.